Jimmie Durham (1940 Arkansas, vive y trabaja en Berlín) es
uno de esos artistas de curriculum abrumador, un referente, un clásico en vida. Poeta, ensayista y pedagogo, es también un destacado activista en organizaciones que
salvaguardan los derechos civiles y en particular la defensa de los indios (él
mismo nació en una comunidad cherokee).
Ha participado en exposiciones en todos los grandes museos
del mundo y está representado por distintas galerías, siendo la mexicana
Kurimanzutto la más importante de ellas. En España se vio su trabajo en la
exposición Cocido y Crudo,
comisariada por Dan Cameron en el Museo Reina Sofía, y también en Tiempo al tiempo (de Isabel Carlos en el
MARCO de Vigo) y Dominó Caníbal,
organizada por Cuauhtémoc Medina en la Sala Verónicas de Murcia hace un par de
años.
Para él la escultura es la unión de objeto, imagen y palabra. Aunque no es fácil encontrar un hilo conductor en su obra que no sea
precisamente el de la urgencia por reventar todo hilo conductor.
Una de las premisas básicas
para entender su trabajo es la idea de interrupción, la necesidad de huir de lo
que, instaurado como norma, nos hace proclives a vivir siempre de la misma
forma, enganchados a una rutina irrevocable. Durham ha hablado en multitud de
ocasiones de su rechazo al lenguaje y a la narración lineal, pues detesta que
haya que seguir un camino concreto para llegar a alguna parte. Vincula el
lenguaje con la arquitectura, que rechaza, si cabe, con mayor vehemencia, pues
la arquitectura representa para él los designios intolerables de todo Poder.
Durham dijo una vez que las ciudades están formuladas para que nuestros
recorridos diarios sean siempre los mismos. "Somos, en suma —nos dice el
artista— lo que la arquitectura quiere que seamos". Y así, a su vez, para
cerrar esta triada maligna, vincula la arquitectura con el Estado, institución
"creadora de falsas verdades".
Y la editorial Alias le publicó con Kurimazutto Entre El Mueble Y El Inmueble(Entre Una Roca Y Un Lugar Solido), que nos puedes encargar.
¡Joyitas que tenemos!